miércoles, 4 de junio de 2008

A manera de...

No lo imaginaba, me gustaba el hecho de creer que no afectaba a nadie, ir y venir sin que nadie lo note, que podría desaparecer de tu vida y que todo seguiría igual para ti.
La mayor parte de mi vida presente he sido como soy y lo supiste desde que nos conocimos, no, no lo pongo de pretexto, solo quiero dejarlo en claro.
Quiero que sepas también que salí con heridas, mínimas pero heridas al fin y al cabo, “una de azúcar por las que van de sal” no, tampoco es pretexto, solo pretendo que consideres esa parte de mi personalidad que no le deja a mi cerebro olvidar esos detalles o situaciones, esto si podría pasar como un pretexto, lamentablemente pero cierto.
Podría decir mil cosas, pero la verdad es que cuando me hablaste la última vez, con la prudencia, valor y sinceridad obtenida por el alcohol, sentí un golpe en el pecho, que me restaba la respiración y aceleraba el pulso.
No voy a mentir, me sentí muy mal por todo lo que dijiste que origine a partir de mi trato injusto.
Y de nuevo, no lo imaginaba, te veía tan feliz por ahí, que pensaba que los enojos de los que me hablaban podían pasar por bromas baratas y no digo que esperaba verte llorar ni pasarla mal, al contrario tal vez si quería verte feliz y a la vez no, para probarme a mi mismo que mi resolución era correcta y que a ti nada te importaba.
Ahora bien, valoro el esfuerzo de acercarte y golpearme con tus palabras, en serio, agradezco el hecho de que me enseñaras que es posible perdonar los abusos a los que te sometí y demostrarme que tengo mucho que superar, ya que aun no puedo hacer lo mismo.
Me gustaría volver el tiempo y no pasar por el mismo sendero, pero eso es ficción, ya que ambos sabemos que si eso pudiera ser… nada cambiaría y que terminaría dañándote de nuevo.
Esto es lo mas cercano a pedir perdón, así que espero que puedas leerlo y enterarte y si no pudiera ser, pues que se tome públicamente para los que sepan de que hablo y que mantengan el voto de prudencia.